"Escribir es aullar sin ruido. La inscripción de una voz entraña un desprenderse del mundo -la mesa, la pared, el vaso, los rostros dolorosamente recordados- y arrojarse a un abismo donde hasta la palabras han desaparecido." Luis Gruss, El silencio, 2010
Mónica Undiano me dio en mi reciente viaje a Jujuy el manucrito de su libro Otros puentes. Inicio un viaje sorprendente que me dejará del otro lado. Arrojada a esa tierra que aún no ha sido nombrada. Acaso un espacio mítico, una isla, un jardín...
El poemario se abre así:
la intención no era cruzar, la intención no era tener
por dónde cruzar, no importa tanto estar del
otro lado, sólo importaba saber que podía
estar del otro lado [...]
El puente entonces, sólo un pretexto para estar del otro lado. Ponerse en marcha hacia... Llegar. Estarse ahí. Sin los pasos. Una parábola del deseo. Un otro lado donde el mar, el desierto, el viento, el fuego, una canción antigua... Acaso otra vida. Una vida desprendida del agónico peso de los días. Una vida despojada. Hecha de aire, tierra, fuego, agua...Conjugarse ahí. En ese más allá donde reunirnos con lo más prístino del ser. Con la inocencia primera:
llevo la luna a la otra orilla
colgada de mi mano
sin ojeras
la vida tan pequeña todavía...
Estar del otro lado para alcanzarse al fin y bailar. Bailar "como si hubiera descubierto la felicidad..."
Otros puentes, la empecinada busca para ser sí misma, en este mundo que empuja a la disolución. Entonces un otro lado. Una lluvia que reúna lo disperso. Acaso un renacimiento. ¿Cómo volver de ahí? ¿Cómo volver a la fiera contenida/ y el olor/ ese olor...? Ese olor pegajoso y nauseabundo. Ese olor desolado, inevitable. Triste. El olor gris de los días sin magia.
Este mundo sin magia, demencial, donde el grito desolado y mudo, que tan bien representó Edvard Munch en su obra El grito. "Imagen de un alarido mudo, soltado al viento con los oídos tapados, que sin embargo alcanza a aturdir" al decir de Luis Gruss. Ese grito inarticulado que es una creación del Siglo XIX , "pero cuyo dolor sin fondo resuena potente dos siglos después." Y la poeta Mónica Undiano, que sabe que el silencio no existe dice, "es mi silencio la voz que busco". Pero su silencio que instaura puentes sólo para llegar a un otro lado, grita. Es un grito que no puede o no debe articularse. Entonces callar. Resguardarse en el recuerdo del viento/ del sonido en las hojas en el árbol seco/ y del gesto de la mano demorada en el aire...
Estarse ahí. El horizonte escondido, guardándose para un mañana...
Hay una consustanciación con la naturaleza toda: agua, piedra, cielo... El otro lado al fin donde escuchar el lenguaje animado del silencio. Donde no es posible perderse de sí. Un otro lado para reunirse. Un otro lado donde la lluvia reúna lo disperso. Donde el cielo y el mar no se tiñan de sangre como cuando E. Munch tuvo la visión. Donde otra vida sea posible...
Otros puentes es un libro que muestra la angustia existencial del hombre contemporáneo. Un hombre cercado por el ruido, el parloteo insustancial. Un hombre empujado a la disolución, en el desamparo último de la falta de sentido. Entonces la posibilidad de un puente-pretexto para alcanzar el otro lado y alcanzarse. Reunirse. Renacer. Ir hacia un comienzo donde el silencio primordial nos habite y exprese en un lenguaje que nos instaure y nos convoque hacia una nueva aventura que merezca ser vivida.
Vale la propuesta, querida Mónica Undiano, ojalá podamos llegar con los ojos nuevos y el silencio intacto.
Nélida Cañas