estaba descalza
rodeada de copas rotas
me detuve en la puerta
para verla
y no la nombré
para no asustarla
ella seguía ahí
entre trozos de vidrio
ordenando lo que no estaba
con el cigarrillo en la boca
y el pelo suelto
como un campo lluvioso
en la ventana pasa
el Xibi Xibi
y lava una y otra vez
la piedra seca
de su desdicha
a veces abre la ventana
y se deja llevar
por las aguas
sus pies sangrantes
flotan entre las algas
No hay comentarios:
Publicar un comentario