Ya no llueve. Pero el día aún está mojado. La calle está mojada. Y en la alcantarilla corre un riacho claro con restos de hojas y bordes de tierra oscura. Atardece. El silencio cubre los árboles y las flores caen pesadas. Los pétalos, torpes, desvaídos. A lo lejos, entre las copas de los árboles, se oye el desasosiego de los pájaros. El cielo permanece encapotado y hay un clarear entre los grises. Atardece. No hay rumor de voces. Hay un silencio que engulle los matices. Y hay un dejarse estar tras los cristales.
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