martes, 6 de octubre de 2015

Diarios de la noche


................................................................Vengo de la noche como de atravesar un campo minado.

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Desasosiego

Cuando el viento crea ese extraño desasosiego entre las hojas y los pájaros callan en el refugio de las ramas, algo crece dentro de mí. Una niebla densa que opaca y que sujeta. Entonces no soy yo la que revisita la desdicha, es mi cuerpo. El cuerpo tiene una memoria demencial de  la desdicha. Él sabe de aquellos pasadizos estrechos y oscuros. El miedo se vuelve una presencia amenazante. Desmedida, Soy otra vez la niña abandonada en la voracidad del páramo. Los brazos, que se dan y se reciben a sí mismos, una confirmación del abandono. El horizonte está más lejos. Y dios no habita en los detalles.

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Desgarramiento

En el silencio de la noche, un desgarramiento. Como si una seda preciosa se rompiera. A veces una oscura lamentación. Un dolor que no puede articularse. Sólo el desgarramiento y la sangre preciosa que se pierde en los pliegues de la noche.

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Mudez

Esta que elige callar. Perderse entre los pliegues de la noche y callar, sabe por qué lo hace. No quiere alentar a los fantasmas, a sus cuerpos informes, a las fosas abiertas de sus bocas...Entonces se deja estar en el columpio de la nada. Insomne. Desmedida. Corola enfebrecida de mudez y desamparo.

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