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Ayer ha sido un día afortunado, en primer lugar porque salimos a pasear con nuestro nieto Mateo y luego porque di con un libro que busqué por mucho tiempo. Se trata de El gato que venía del cielo del escritor japonés Takashi Hirade (1950). Esta es su primer novela y con ella obtuvo el Premio Kiyana Shohei 2002.
Una pareja que vive en la gran ciudad decide alejarse del ruido y trabajar desde su casa. Para ello eligen una pequeña localidad y en ella una pequeña casa, anexa a una casona; con la particularidad de que sus patios traseros están unidos por un armonioso jardín con árboles y flores. Incluido un olmo centenario.
La novela gira alrededor de una pequeña y frágil historia: un gato, propiedad de unos de los vecinos, comienza a visitar a la pareja y establece con ellos un vínculo hasta adoptarlos como sus dueños.
Esta breve novela de sólo 156 páginas es a priori autobiográfica, ya que su autor deja su trabajo en una importante editorial para dedicarse a la escritura y su esposa, correctora y editora, decide continuar su actividad desde la casa.
Chibi,"tan blanco y pequeño como un pájaro con los ojos bien abiertos", tiene su propia rutina, no abandona a sus primeros amos, pero con la frágil trama de su existencia establece un vínculo entrañable con la joven pareja. Quienes están pendientes de sus visitas. Le dejan un espacio para que pueda entrar y salir a su antojo, le preparan un lugar acogedor para que duerma cuanto quiera. se ocupan de su comida y juegan con él en el hermoso jardín. Ambos, el gato y la pareja, se hacen necesarios como el zorro y el principito de Saint Exupéry.
Este relato, aparentemente simple y lleno de lirismo, deja entrever el vacío de la existencia. La mujer, que lo aguarda a diario, está convencida de que Chibi es un regalo del cielo. Poco a poco, entre sutiles descripciones, la novela se transforma en una reflexión sobre la vida misma. El narrador, que no es otro que el propio Hirade, observa minuciosamente sus hábitos,, su enigmática manera de relacionarse con ellos y escribe acerca de Chibi, este gato que no les pertenece pero que se le ha vuelto necesario.
En la novela hay un gato, que no conoce de fronteras, una vieja casona y una pareja de ancianos, que son sus dueños, y cuidan de ella y del jardín. Una pareja de escritores, que reciben y retribuyen el amor de Chibi, para atenuar el vacío de sus vidas. Un narrador que sabe que la escritura, como Chibi también franquea sin distinciones los límites de la posesión. Hay un jardín y una libélula azul, que gira como una danzarina alada ante la mirada atenta del escritor devenido en jardinero...Y hay más, mucho más...
El mundo, cada pequeño mundo con la singularidad de sus constelaciones, se desvanece en "un incesante fluir de desapariciones" (Paul Auster) : Y con cada ausencia nuestro límites se difuminan. Se borronea el contacto con el otro y retornamos a nuestra primigenia soledad. poco a poco somos testigos de que el mundo, que amamos y nos constituye, va desapareciendo, Se convierte en un largo adiós. En dolorosas pérdidas. Y con cada pérdida vamos deshojándonos...
Mientras leo siento que la narración tiene algo de la melancolía y la fragilidad de Sara Gallardo en su inefable Los galgos, los galgos... No sé la vida tiene esos pasadizos extraños que llevan de una escritura a otra, de una sensibilidad a otra, de un emocionado temblor a otro...
Lírica y profunda, bella y sutil, El gato que venía del cielo "es un libro que sólo disfrutaran los amantes de las cosas pequeñas, los observadores que pueden buscar sin sonrojarse la flor más pequeña del jardín" al decir de Santiago Pallares.
Un libro para leer en una noche. Y amarlo como un tesoro, que nos dice. Y dice acerca de nuestro frágil y falible corazón.
..................................................................................nc
..................................................................................a modo de ofrenda
..................................................................................Córdoba, 28 de septiembre de 2015
Creo, por tus palabras, que es una novela intensa. Y tengo ganas de leer ahora mismo. Imagino algo así como un poema de la anciana y el gato, que leí justo ayer en el Festival. Excelente comentario,amiga.
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